12 historias de amor escritas en el Cielo

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El amor tiene muchas caras y todas tienen un lugar en el firmamento. Las de Perseo y Andrómeda, Polaris y sus maridos, Vega y Altair, o Cupido y Psyque son solo algunas.

Las estrellas cuentan las historias de amores imposibles, eternos o prohibidos, a los que no escapan dioses ni mortales cuyas pasiones se entremezclan y desatan con furia de titanes.

Los despechos y desengaños amorosos en el cielo, donde todo es posible, se pagan con destierros al inframundo o acabar convertidos en animales, monstruos o estrellas. Sus historias, mágicas, épicas y conmovedoras son eternas. Te contamos 12.

 

¨Dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó, lo sabe¨. Así definía Lope de Vega ese sentimiento llamado amor que padecemos los mortales y al que tampoco escapan los dioses. El cielo estrellado tiene todos los ingredientes para preparar una auténtica Salsa Rosa: matrimonios prohibidos, amores no correspondidos, o eternos, infidelidades, flechazos, atracciones fatales, celos, divorcios, desaires… cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.

En el cielo todo se complica más que en la Tierra porque la flecha de cupido llega por igual a dioses y mortales y no hay límites para tramar venganzas o conseguir propósitos: convertirse en lluvia de oro, en toro o en pez es posible, descender a los infiernos, o tener que atravesar la Vía Láctea no son óbice para ellos.

Los mitos y leyendas escritos en las estrellas recogen las pasiones, humanas y mortales, las mezclan con las divinas, las agitan, las magnifican, y las dispersan por el cielo. El resultado son historias inverosímiles, emotivas, y sorprendentes cuya narración ha cautivado a los humanos desde el origen de los tiempos. Aquí van 12 historias.

 

12 historias de amor celeste

 

  • El divorcio de Vulcano

Ilustración de Thomas Hegbrook, del libro La Luna, de Hannah Pang.

Ilustración de Thomas Hegbrook, del libro La Luna, de Hannah Pang.

 

 

Y como hablamos del amor vamos a empezar por el principio, por el mismísimo Cupido, o Eros, en la mitología griega.  Primero por los vaivenes amorosos de su madre, Venus (Afrodita para los griegos).  La diosa de la hermosura y de la gracia amaba a Marte (Ares) y rechazó al todopoderoso Júpiter (Zeus) quien en venganza la obligó a casarse con su horroroso hijo Vulcano. Pero Venus y Marte se veían en secreto y Vulcano acabó por sorprenderlos, los encerró en una red de hierro que había construido en su fragua y se los mostró a Júpiter para convencerle de la infidelidad de su mujer y pedir el divorcio.

Júpiter debía tener buen día porque, a pesar del desplante anterior, se lo concedió y finalmente Venus y Marte se casaron y tuvieron dos hijos: Cupido, el dios del amor y el deseo, y Anteros, que es el dios del amor correspondido. Ambos son representados como niños desnudos, gorditos, con los ojos vendados para simbolizar que el amor es ciego, y cuando uno se enamora no ve ningún defecto en el amado, y con alas, para indicar que es un sentimiento efímero y se pasa volando. El travieso Cupido porta un arco con el que dispara, a capricho al corazón de dioses y mortales, dos tipos de flecha: las de punta dorada que llenan el corazón de amor y deseo; y las de punta de plomo, que provocan en quien las recibe deseo y pasión carnal.

 

 

  •  Venus pierde la cabeza por Adonis

Los sinsabores amorosos de Venus no acabaron con Vulcano. La diosa de la hermosura cayó rendida ante los encantos de Adonis, un joven y bello príncipe, hijo de Mirra.  Su marido, Marte, (el dios de la guerra para desgracia de Adonis) loco de celos, lo hizo despedazar por un enorme jabalí y Venus, destrozada, reunió sus repartidos restos y lo convirtió en la flor anémona. Lo cierto es que el fatal desenlace debió avinagrar el carácter de la diosa que se convirtió en una suegra de difícil trato (quizás de ahí viene la leyenda de las malas relaciones de suegras y nueras, quién sabe).  Y aquí viene la tercera historia la de la princesa Psyque y el propio Cupido.

 

hombre, sierra y vía láctea

Venus perdió la cabeza por Adonis. Esta fotografía y la de portada son de Jaime Blanco.

 

  • Cupido y Psyque o cuando se mete la familia

Donde las toman las dan y el joven Cupido sufrió en sus jóvenes carnes los desgarros del amor. Psique era una de las tres hijas del rey de Anatolia y Venus, celosa de su belleza, pidió a Cupido que la disparara una flecha para que se enamorara de un monstruo. Pero el tiro, o mejor dicho la flecha, le salió por la culata, y el bueno de Cupido por un descuido se pinchó a sí mismo y se enamoró ipso facto de la princesa. Para evitar la ira de su madre se la llevó a escondidas a su palacio y solo la visitaba de noche para que no le viera el rostro y no descubriera quién era.

 

Pysque languidece aburrida en el palacio y le pide a su ya amado que le deje ver a sus hermanas, a quien echa de menos. Él accede y éstas la “calientan la cabeza” diciéndola que quizás su amado debe de ser muy feo ya que no la permite ver su rostro. Al final, intrigada y alentada por ellas, Pysque observa a Cupido mientras duerme, pero él se despierta y se ofende por la curiosidad de su amante y la abandona.

Ella ruega a Venus que la conceda recuperar el amor de Cupido, pero su suegra, en lugar de ayudarla la ordena realizar tareas imposibles, una de las cuales la lleva al inframundo donde cae en el sueño estigio (vapor narcótico que sume en la amnesia a los muertos antes de entrar al Hades). Cupido, que no está muy lejos y ya la ha perdonado, la besa y la devuelve a la vida.

Finalmente, Júpiter intercede por Cupido: le exige a Venus que deje en paz a Psyque y la concede la inmortalidad, convirtiéndola en la diosa del alma, (de ahí viene el nombre de la Psicología, que trata del alma) con lo cual ya puede vivir con Cupido en el Olimpo.

Sobre su descendencia hay dos versiones, en una se dice que se casaron y tuvieron una hija, Hedoné, quien se convertiría en la diosa del placer, mientras que en otra se afirma que tan solo eran amantes y que juntos, tuvieron una hija llamada Voluptus. En cualquier caso, al parecer se amaron eternamente, al igual que los protagonistas de la siguiente historia japonesa, basada en la narración china “La princesa y el Pastor o el emperador de Jade”.

 

  • Orihime y Hikoboshi, las estrellas Vega y Altair

Los protagonistas de esta historia oriental son Orihime (Princesa Tejedora) y Hikoboshi (El Pastor de las Estrellas).  Ella era una princesa de excepcional belleza, hija del Tentei (Rey del Cielo, o el universo mismo), que cada día tejía hermosas prendas junto a la orilla del Amanogawa (Vía Láctea), donde conoció a Hikoboshi. Se enamoraron instantáneamente, se casaron poco después y tuvieron dos hijos, pero cometieron el error de olvidar por ello sus quehaceres y trabajos.  Enfadado, Tentei separó a los dos amantes a través del Amanogawa y les prohibió volver a verse.

 

 

Orihime se entristeció mucho por la pérdida de su marido y le pidió a su padre que les diera permiso para encontrarse. Éste se conmovió con las lágrimas de su hija y la dijo que si trabajaba duro y terminaba de tejer podrían encontrarse  cada año  el séptimo día del séptimo mes lunar.

El primer año no pudieron verse porque no había puente para cruzar el río de la Vía Láctea y Orihime lloró tanto que apareció una bandada de urracas y prometieron hacer un puente con sus alas para el año siguiente. Lo cumplieron, y desde entonces, la “Noche del Séptimo” (Tanabata) se reúnen los enamorados

En Japón, cada año, según la región, entre Julio y agosto, (en 2020 fue el 26 de agosto), se celebra el Festival de la Estrella o  Tanabata  que significa “Noche del séptimo” y las festividades duran varios días. En él se festeja la reunión de las deidades Orihime y Hikoboshi, representadas por las estrellas Vega y Altair, respectivamente, a ambos lados de la Vía Láctea. A ambos lados de Altair, las dos débiles estrellas representan a los hijos de ambos. Vega y Altair,  junto con la estrella Deneb, forman el Triángulo de Verano.

En la próxima historia la Vía Láctea no separa, sino que une a dos enamorados.

 

 

  • La Vía Láctea, puente de amor o el origen de Sirio 

Esta historia fue recogida más recientemente, en el siglo XVII, en un poema del escritor finlandés Zacharias Topelius (1818-1898) titulado “La Vía Láctea”. Narra la historia de la bella Salami y el valiente Zulamith, almas enamoradas a los que separaron por ser un amor inconveniente y convirtieron en dos estrellas lejanas. No pudiendo resistir más la separación, ambos decidieron construir un luminoso puente que los permitiera reunirse de nuevo y así, en más de mil años, crearon la Vía Láctea. Y cuenta la leyenda que cuando por fin las dos estrellas se reunieron en el cielo se fundieron en un beso y nació una sola estrella, que no es otra que la más brillante del cielo, Sirio, en la Constelación del Can Mayor, el cuarto objeto que más brilla, después de la Luna, Venus y Júpiter.

También tuvo que hacer un gran esfuerzo la protagonista de la siguiente leyenda, la diosa Ishtar.

 

  • Bajar al infierno por amor

En la antigua Babilonia se hablaba de una época en la que la Tierra estaba sumida en la oscuridad y los animales no se reproducían. Se debía a que Ishtar, la diosa caldea de la Tierra y la fertilidad, había atravesado las puertas del inframundo para encontrar a su marido Tammuz, muerto por un jabalí. Cuando Ishtar llegó al mundo de los muertos pidió a la reina del infierno que lo liberara, pero no quiso. Ishtar imploró ayuda a los dioses que rociaron a los enamorados con agua mágica para que pudieran pasar las puertas. Cuando salieron del mundo subterráneo la primavera volvió, las flores crecieron y el Sol empezó a calentar la Tierra.

 

 

 

  • La cabellera de Berenice, sacrificios de amor

Berenice era una dama con un hermoso cabello que era la envidia de todo el reino. Estaba casada con el rey egipcio Evergetes. Cuando éste se fue de misión peligrosa ella prometió entregar su pelo a la diosa de la belleza, Venus, si él regresaba sano y salvo. Júpiter colocó entre las estrellas la melena que Berenice le entregó cuando el rey volvió indemne de la batalla.  Se trata de un cúmulo de débiles estrellas, con apariencia de encaje, situado cerca de Arturo, en el Boyero, y Cor Coroli, en los Perros de caza. La leyenda se ha convertido en un símbolo de los sacrificios que tenemos que estar dispuestos a hacer por los que amamos.

 

  • La corona boreal, regalo de amor

 

En la antigua Grecia se relacionaba esta corona con Ariadna, la hija del rey Minos, de Creta. De ella se enamoró y pidió su mano un dios, Baco (Dionisio), el de la vegetación y el vino. Ella no creía que fuera realmente un dios y Baco, para probar que sí lo era, le pidió a Venus, la diosa del amor, que le diseñara una corona de piedras preciosas para regalársela a Ariadna.

Cuando Ariadna la vio se convenció de que era un dios y accedió a casarse. Baco, lleno de gozó lanzó la corona a los cielos y desde entonces permanece en los cielos. Existe otra versión alternativa según la cual el dios griego regaló la corona a su esposa como regalo de bodas, portándola durante toda su vida mortal. Cuando Ariadna muere, la corona es lanzada al cielo por Baco en señal de duelo, creando de ese modo la constelación de la Corona Boreal.

 

 

  • De cuernos y princesas

La constelación de Tauro simboliza también una historia de amor. Según la leyenda griega, Zeus se enamoró de la bella Europa, hija del rey Agenor.  Zeus (Júpiter) la observaba mirando al horizonte en la playa y adivina el deseo de la princesa de escapar, de ir más allá. Asique, ni corto ni perezoso, se transforma en un toro blanco y se acerca a ella bajando la testa para que monte en su lomo. Se lanza a las aguas y nada más allá del horizonte, a la isla de Creta. Una vez allí vuelve a su apariencia y le declara su amor. La princesa, conmovida por su gesto, lo acepta como amante.

 

 

  • Zeus, Danae y la lluvia de oro

Zeus y Dánae se enamoraron, pero el padre de la princesa, el rey Acrisio de Argos, que era muy supersticioso, decidió encerrar a su hija en una torre, porque un oráculo le había dicho que su nieto lo mataría. Se le ocurrió que si la encerraba nunca tendría un nieto y así él no moriría. No tuvo en cuenta que Zeus que tenía muchos poderes, visitó a Dánae en forma de lluvia de oro… y de esa visita nació Perseo.

Al enterarse Acrisio metió a la madre y al niño en una caja de madera y los lanzó al mar, pero Zeus los protegió llevándolos  con un suave viento hasta una isla en donde Perseo creció feliz. Sin embargo,  el rey de la isla, Polidectes, se enamoró de Danae y decidió librarse de Perseo para que no le molestara en su cortejo a la madre. Para ello se le ocurrió mandarlo a luchar con la Medusa, que era un monstruo, la más espantosa de tres hermanas llamadas las Górgonas. Por suerte antes de ir a la batalla, algunos dioses le hicieron unos prácticos regalos, que le sirvieron para vencer a la Medusa. Cuando volvía a casa se encontró con el amor de su vida, Andrómeda.

 

 

  • Perseo y Andrómeda

Perseo, hijo de Zeus y Danae, tuvo un feliz matrimonio con Andrómeda, a quien rescató cuando iba a ser devorada Cetus, el monstruo marino, como castigo a la arrogancia y vanidad de la madre de ésta, Casiopea. Perseo y Andrómeda se enamoraron y aunque Poseidón (Neptuno), el dios del mar, estaba enfadado porque no se había cumplido el castigo, se conmovió tanto con el amor de los jóvenes que los situó uno cerca del otro en el cielo de modo que su amor fuera visto y sentido por los humanos en la Tierra. Andrómeda significa mujer que todo lo puede.

 

  • 300 años de Luna de miel e infidelidades

Si hay un don Juan en el firmamento ese es Júpiter (Zeus) que gozó de muchas amantes, por métodos casi siempre despreciables, pero solo se casó con una, su hermana Hera, a quien, para variar, también engañó y violó.  Hera, diosa del matrimonio, consciente de los abusos y devaneos amorosos de su hermano no consentía en casarse con él. Para lograrlo Zeus la engañó también a ella, se transformó en ave y la violó.  Hera, avergonzada y por miedo a lo que dijeran los dioses del Olimpo aceptó el matrimonio y cuenta la leyenda que los festejos y la noche de bodas duraron 300 años. En ese tiempo, Hera reconoció el intelecto e ingenio de su hermano y acabó incluso amándole, pero, celosa y, cruel, hizo pagar las muchas infidelidades de su marido a las víctimas, a todas las mortales y diosas que tuvieron relación con él, así como a su descendencia. Así, por ejemplo, nunca le perdonó a Hércules haber nacido fruto del engaño de su marido Zeus con Alcmena y se pasó toda la vida mandándole trabajos y maldiciones. Tampoco corrió mejor suerte la bella Calixto, una ninfa, a quien Zeus dejó embarazada y Hera convirtió en osa.

 

Polaris y el poliamor

Polaris era muy moderna para su tiempo. Su padre, quería casarla sin demora, pero dejó que fuera la princesa, decidida y cabezota, la que eligiera a uno de los tres candidatos que se presentaron. Ella sin dudarlo dijo que se casaría con los tres pretendientes. Su padre, contrariado, dio un año de plazo a los 3 jóvenes para traer un objeto excepcional que les hiciese dignos de la mano de su hija y la ayudara a decidir.

Al cabo de un año volvieron. Uno de los pretendientes llevaba de regalo un espejo para ver en la distancia, el otro unas ramas curativas, y el tercero un cofre con el que era posible ir a cualquier lugar del mundo que desease, de manera inmediata. Gracias al espejo del primero descubrieron que Polaris había muerto, se teletransportaron rápidamente con el cofre del segundo y le aplicaron las ramas curativas del tercer pretendiente, con lo que la princesa volvió a la vida. El padre, confuso, no sabía cuál debía ser el merecedor de la mano de su hija, entonces Polaris, mirando a su padre, le dijo: – ¿Ha visto, padre, como me hacían falta los tres?

Eva Veneros.

Casa rural en Gredos

Casa del Altozano. Base de Polaris

2 Comments

  1. Juan dice:

    Muy bonitas y bien relatadas estas leyendas. Entretenidas. Pero por favor, dale un repaso al uso de los pronombres para no caer en el “laísmo” que se repite mucho en los relatos y los hace un poco raros de leer. Un saludo

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